Serie: 8 Días para confiar en la provisión de Dios… Día 2: El dolor de no trabajar en lo que estudiaste
Por Pastor Daniel Praniuk
Introducción
En Latinoamérica, miles de jóvenes y adultos enfrentan una dura realidad: estudian con esfuerzo, invierten años y dinero en su carrera universitaria, pero al graduarse no encuentran empleo en su área. Según la OIT, más del 40% de los jóvenes profesionales en la región están subempleados o en trabajos informales. Esto genera frustración, sentimientos de fracaso y baja autoestima. Sin embargo, Dios nos recuerda que nuestro valor no depende de un título ni de un puesto, sino de quiénes somos en Cristo.
“Jehová afirmará tus pasos, y sostendrá tu mano.” (Salmo 37:23-24)
Punto 1: Tu identidad no depende de tu profesión, sino de Cristo
La sociedad mide el valor por los títulos o posiciones laborales, pero Dios nos mide por lo que somos en Él. Efesios 2:10 nos dice que somos “hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras.” Eso significa que tu dignidad no depende de tu empleo, sino de ser hijo de Dios. Aunque no trabajes en lo que estudiaste, tu vida no pierde propósito. Tu llamado es mucho más grande que un título profesional, es eterno en Cristo.
Punto 2: Los planes de Dios son más altos que los nuestros
Quizá soñaste con un trabajo específico y hoy la realidad es diferente. Esto puede traer frustración, pero también nos invita a recordar Isaías 55:9: “Mis caminos son más altos que vuestros caminos.” A veces, Dios permite que trabajemos en áreas distintas para moldear nuestro carácter, abrir nuevas oportunidades o llevarnos a lugares donde podamos ser luz. Nada se pierde en Su plan; cada experiencia, aun la que parece fuera de lugar, tiene un propósito en tu crecimiento y en tu servicio a otros.
Punto 3: El trabajo no define tu valor, pero sí puede ser un campo de misión
Tal vez no estás ejerciendo lo que estudiaste, pero el lugar donde trabajas hoy puede ser una plataforma para servir a Dios y a otros. Colosenses 3:23 nos enseña: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor.” Aun un empleo sencillo puede ser usado para mostrar excelencia, testimonio y amor. Tu puesto puede ser un púlpito donde tus acciones prediquen más fuerte que tus palabras. El Señor no desperdicia ningún trabajo cuando lo haces con fe y entrega.
Punto 4: La frustración puede transformarse en fortaleza espiritual
No conseguir el empleo soñado puede doler profundamente, pero este dolor puede convertirse en una oportunidad para depender más de Dios. El apóstol Pablo dijo en 2 Corintios 12:10: “Cuando soy débil, entonces soy fuerte.” La frustración, entregada a Dios, se transforma en resiliencia, paciencia y madurez espiritual. Lo que parece pérdida puede ser en realidad la plataforma donde tu fe se robustece y aprendes a confiar más en la fidelidad del Señor.
Punto 5: Dios sigue dirigiendo tus pasos, aunque el camino no sea lineal
La vida laboral rara vez es un camino recto; está llena de giros inesperados. Pero Salmo 37:23-24 nos asegura que es Dios quien afirma nuestros pasos. Aunque sientas que te desviaste de tu profesión, no estás fuera de Su plan. Él puede usar este desvío para llevarte al lugar correcto en Su tiempo. Cada paso, cada experiencia, cada contacto laboral puede ser parte del proceso divino para prepararte a lo que viene. Confía en que Su mano sostiene la tuya, incluso cuando no entiendes el rumbo.
Conclusión
No trabajar en lo que estudiaste puede causar dolor y desilusión, pero tu vida no pierde valor por ello. Dios sigue siendo tu guía y tu sostén. El título puede abrir puertas, pero es el Señor quien abre caminos. Él está afirmando tus pasos y preparándote para algo mayor.
Hoy, entrégale a Dios tu carrera profesional y tu presente laboral. Ora y dile: “Señor, quiero confiar en que Tú afirmas mis pasos, aunque no esté en el trabajo que soñé. Úsame donde estoy y llévame a donde Tú quieras que sirva.”
Preguntas para reflexionar
- ¿He confundido mi valor personal con mi título o profesión?
- ¿Qué emociones me provoca no estar trabajando en lo que estudié?
- ¿Puedo identificar algún propósito de Dios en mi situación actual?
- ¿Cómo puedo servir y dar testimonio en el trabajo que tengo ahora?
- ¿Estoy dispuesto a confiar en que los planes de Dios son mejores que los míos?
