Serie: 8 Días para confiar en la provisión de Dios… Día 3: Inseguridad y temor a los robos
Por Pastor Daniel Praniuk
Introducción
La inseguridad es una de las principales preocupaciones en Latinoamérica. Según datos del Banco Mundial, más del 60% de los ciudadanos en la región sienten miedo de ser víctimas de un crimen. El temor a los robos y la violencia genera ansiedad, desconfianza y estrés cada vez que salimos de casa. Sin embargo, la Palabra de Dios promete que quienes confían en Él pueden vivir con paz y seguridad interior, aun en medio de un ambiente hostil.
“Jehová es mi luz y mi salvación; ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme?” (Salmo 27:1)
Punto 1: El temor es real, pero Dios es más grande que nuestro miedo
El miedo a la delincuencia es una reacción natural. Nadie quiere perder lo que ha trabajado ni poner en riesgo su vida o la de su familia. Pero el salmista nos recuerda que Dios es nuestra luz y nuestra salvación. Cuando miramos al Señor y no solo a las noticias, recuperamos la perspectiva: nuestro Dios es más fuerte que cualquier amenaza. Confiar en Él no significa ignorar los riesgos, sino vivir sabiendo que nunca estamos solos.
Punto 2: La ansiedad nos roba la paz, pero la fe nos la devuelve
Muchos viven con el corazón en un puño cada vez que salen a la calle. La ansiedad anticipa peligros que a veces ni siquiera llegan. Jesús dijo en Juan 14:27: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.” Esa paz no depende de la ausencia de violencia, sino de la presencia de Cristo. La fe nos devuelve el equilibrio que la ansiedad nos roba.
Punto 3: Dios es nuestro protector constante
La Biblia está llena de promesas de protección. El Salmo 91 declara que Dios manda a Sus ángeles para que nos guarden en todos nuestros caminos. Esto no significa que nunca enfrentaremos peligros, pero sí que nada sucede fuera de la soberanía de Dios. Él es nuestro refugio y fortaleza. Cuando confiamos en Su protección, podemos enfrentar el día con valentía y esperanza, sabiendo que nuestro Padre tiene el control de cada paso que damos.
Punto 4: La oración nos fortalece frente al miedo
Orar antes de salir de casa o cuando sentimos miedo no es un ritual vacío, es un acto de fe. Filipenses 4:6-7 nos recuerda que al presentar nuestras peticiones a Dios, Su paz guarda nuestros corazones y mentes. La oración transforma la preocupación en confianza, y la debilidad en fortaleza. Así como un niño confía en la mano de su padre, nosotros podemos confiar en que Dios nos cuida en cada momento.
Punto 5: El temor puede convertirse en testimonio de fe
Cuando aprendemos a manejar nuestro miedo con fe, damos testimonio a otros de que Dios es real. Vivir con confianza en medio de un mundo inseguro es una luz poderosa. Otros verán en nosotros serenidad en lugar de ansiedad, paz en lugar de pánico. Y eso abre puertas para compartir que nuestra seguridad no proviene de policías o candados, sino del Dios vivo que nos guarda. Así el temor deja de dominarnos y se convierte en oportunidad de mostrar a Cristo.
Conclusión
La inseguridad en nuestras calles es real, pero más real es la protección de Dios. No significa vivir sin precaución, sino vivir sin miedo paralizante. Confiar en el Señor nos da paz en medio de la violencia y esperanza en medio de la incertidumbre.
Hoy, antes de salir de casa, haz una breve oración de confianza: “Señor, Tú eres mi luz y mi salvación. Guárdame y dame paz en este día.” Repite este versículo cuando el miedo quiera dominarte.
Preguntas para reflexionar
- ¿Qué situaciones de inseguridad me generan más temor?
- ¿Cómo afecta la ansiedad por los robos a mi vida diaria?
- ¿He experimentado la paz de Dios en medio de un ambiente hostil?
- ¿Qué significa para mí que Jehová es mi luz y mi salvación?
- ¿Cómo puedo transmitir paz y fe a otros en un contexto de violencia?
