Lucas: 2:21-38
Introducción
El pasaje de Lucas 2:21-38 nos introduce a dos personajes clave: Simeón y Ana, quienes reconocen al niño Jesús como el Mesías prometido. A través de su devoción y fe, estos ancianos nos muestran la importancia de la espera en Dios y el cumplimiento de Sus promesas. En este pasaje vemos cómo la fe y la revelación divina se manifiestan en la vida de quienes esperan pacientemente en el Señor.
1. La circuncisión y el nombre de Jesús (Lucas 2:21)
“Cuando se cumplieron los ocho días para circuncidar al niño, le pusieron por nombre JESÚS, el nombre que le había sido puesto por el ángel antes de que fuera concebido en el seno materno.”
La circuncisión al octavo día marca el cumplimiento de la ley de Moisés (Levítico 12:3), lo que destaca la obediencia de María y José a las tradiciones judías. El nombre de Jesús, que significa «El Señor salva», resalta el propósito divino de su vida: ser el Salvador de la humanidad. Este acto inicial de obediencia muestra el cumplimiento de las profecías y la preparación del camino para la redención.
2. La presentación en el templo (Lucas 2:22-24)
“Y cuando se cumplieron los días de su purificación, según la ley de Moisés, lo trajeron a Jerusalén para presentarlo al Señor…”
La presentación de Jesús en el templo también cumple con la ley de Moisés, lo que refuerza el tema de la obediencia a la ley divina. Ofrecen dos tórtolas, la ofrenda de los pobres, lo que resalta la humildad de la familia de Jesús. Este detalle refleja el hecho de que el Salvador del mundo nació en circunstancias humildes, cumpliendo la profecía de que el Mesías sería un siervo sufriente.
3. La profecía de Simeón (Lucas 2:25-32)
“Este hombre justo y piadoso, esperaba la consolación de Israel, y el Espíritu Santo estaba sobre él.”
Simeón, guiado por el Espíritu Santo, reconoce en el niño Jesús al Salvador. Su declaración en el versículo 32, donde lo llama «luz para revelación a los gentiles y gloria de tu pueblo Israel», destaca el alcance universal de la salvación de Cristo. Jesús no solo es el Mesías de Israel, sino también el Salvador de todas las naciones.
4. La profecía sobre el sufrimiento de María (Lucas 2:33-35)
“Y a ti misma una espada te atravesará el alma…”
Simeón profetiza sobre el sufrimiento que María experimentará al ver el destino de su hijo. Esta profecía anticipa la crucifixión de Jesús y el dolor que ella sentirá. Este momento revela que la misión de Jesús implicaría sufrimiento, tanto para él como para aquellos cercanos a él, mostrando que la redención viene con sacrificio.
5. El testimonio de Ana (Lucas 2:36-38)
“Esta, presentándose en la misma hora, daba gracias a Dios y hablaba de Él a todos los que esperaban la redención en Jerusalén.”
Ana, una profetisa anciana, reconoce igualmente al niño como el Redentor. Su testimonio refuerza el cumplimiento de las promesas de Dios. Su vida de ayuno y oración en el templo nos recuerda la importancia de la devoción y la espera fiel. Ella no solo ve la promesa cumplida, sino que también proclama el mensaje a otros.
Conclusión
El pasaje de Lucas 2:21-38 resalta el cumplimiento de la ley y las promesas de Dios a través de Jesús. Tanto Simeón como Ana representan la esperanza de generaciones que esperaban la llegada del Mesías. Este texto nos recuerda la importancia de la fe, la obediencia y la espera en el Señor.
Así como Simeón y Ana vivieron con fe y esperanza en las promesas de Dios, estamos llamados a vivir con esa misma confianza. Jesús es la luz para todas las naciones y el cumplimiento de las promesas divinas. Hoy, podemos recibir esa luz en nuestras vidas y compartirla con otros.
Preguntas para Reflexión :
- ¿Qué significa para ti que Jesús es la "luz para revelación a los gentiles"?
- ¿Cómo vives la espera de las promesas de Dios en tu vida diaria?
- ¿Cómo puedes imitar la devoción y fidelidad de Simeón y Ana?
- ¿Qué sacrificios estás dispuesto a hacer para seguir a Jesús?
- ¿Cómo puedes compartir la luz de Jesús con los que te rodean?
