Mateo 18:1-14

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Introducción

El capítulo 18 de Mateo comienza con una pregunta crucial que los discípulos hacen a Jesús: «¿Quién es el mayor en el reino de los cielos?». La respuesta de Jesús, y las enseñanzas que siguen, revelan la importancia de la humildad, la protección de los más vulnerables, y la búsqueda de aquellos que se han desviado. Este pasaje nos invita a reflexionar sobre el verdadero significado de la grandeza en el reino de Dios, el valor de cada persona, y el llamado a cuidar a los demás con amor y compasión.

  1. La grandeza en el reino de los cielos
    Versículo 3-4: «Y dijo: De cierto os digo, que si no os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así que, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.»
    Explicación: Jesús desafía la visión convencional de la grandeza, destacando que en el reino de los cielos, la verdadera grandeza se encuentra en la humildad. Al poner a un niño como ejemplo, Jesús muestra que la humildad, la dependencia de Dios y la pureza de corazón son características esenciales para quienes desean ser grandes en su reino. Este pasaje nos recuerda que la humildad y la sencillez son valores centrales en la vida cristiana.

  2. El valor de recibir a los niños en el nombre de Jesús
    Versículo 5: «Y cualquiera que reciba en mi nombre a un niño como este, a mí me recibe.»
    Explicación: Jesús enfatiza la importancia de recibir y cuidar a los niños, que simbolizan a los más vulnerables y humildes. Al hacerlo, estamos recibiendo a Cristo mismo. Este versículo subraya el valor que Dios otorga a cada persona, independientemente de su estatus o poder. La manera en que tratamos a los demás, especialmente a los más débiles, refleja nuestra relación con Jesús.

  3. Advertencia contra el escándalo
    Versículo 6: «Y cualquiera que haga tropezar a alguno de estos pequeños que creen en mí, mejor le fuera que se colgase al cuello una piedra de molino de asno, y que se le hundiese en lo profundo del mar.»
    Explicación: Jesús advierte severamente contra aquellos que causan que otros tropiecen en su fe, especialmente los más vulnerables. El uso de una imagen tan fuerte destaca la gravedad de llevar a otros al pecado o apartarlos del camino de Dios. Este versículo nos llama a ser conscientes de nuestras acciones y su impacto en la vida espiritual de los demás, y a vivir de manera que edifiquemos y apoyemos a nuestros hermanos en la fe.

  4. La seriedad del pecado
    Versículo 8-9: «Por tanto, si tu mano o tu pie te es ocasión de caer, córtalo y échalo de ti; mejor te es entrar en la vida cojo o manco, que teniendo dos manos o dos pies, ser echado en el fuego eterno.»
    Explicación: Jesús utiliza un lenguaje radical para enfatizar la necesidad de tomar medidas drásticas contra el pecado. La mano o el pie simbolizan aquellas partes de nuestra vida que pueden llevarnos a pecar, y Jesús nos insta a deshacernos de todo lo que nos aleje de Dios, por más doloroso que sea. Este pasaje subraya la seriedad del pecado y la urgencia de vivir una vida santa, comprometida con el bien.

  5. La parábola de la oveja perdida
    Versículo 12-14: «¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas, y se descarría una de ellas, ¿no deja las noventa y nueve y va por los montes a buscar la que se había descarriado?… Así no es la voluntad de vuestro Padre que está en los cielos, que se pierda uno de estos pequeños.»
    Explicación: La parábola de la oveja perdida ilustra el inmenso amor de Dios por cada individuo. Dios no desea que ninguno de sus «pequeños» se pierda, y está dispuesto a buscar a aquellos que se han extraviado. Este versículo nos enseña sobre el valor de cada persona y el corazón compasivo de Dios, que siempre busca restaurar a los que se han alejado de Él.

Conclusión

En Mateo 18:1-14, Jesús nos ofrece una visión transformadora de lo que significa ser grande en el reino de Dios. Nos llama a la humildad, al cuidado de los más vulnerables, y a la seriedad en nuestra lucha contra el pecado. A través de la parábola de la oveja perdida, también nos muestra el corazón misericordioso de Dios, que no desea que ninguno se pierda. Este pasaje nos desafía a vivir una vida de humildad, amor y cuidado por los demás, reflejando el amor de Dios en nuestras acciones diarias.

Como seguidores de Cristo, estamos llamados a reflejar la humildad y el amor que Jesús nos enseñó. Es nuestra responsabilidad cuidar de los más vulnerables, evitar causar tropiezos en la fe de otros, y buscar con diligencia a aquellos que se han alejado. Que cada uno de nosotros examine su corazón, deseche lo que nos aleja de Dios y se comprometa a vivir con integridad y compasión, sabiendo que cada vida tiene un valor incalculable para nuestro Padre celestial.

Preguntas para Estudiantes:

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