Romanos 7:7-25

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Romanos 7:7-25 Estudio por Pastor Daniel Praniuk

Introducción

Todos enfrentamos una batalla interna: queremos hacer el bien, pero muchas veces terminamos haciendo lo contrario. Esta lucha es real y afecta cada aspecto de nuestra vida cristiana. En Romanos 7:7-25, el apóstol Pablo describe su propia lucha con el pecado, ayudándonos a entender por qué, a pesar de desear obedecer a Dios, fallamos repetidamente.

Este pasaje nos muestra la función de la Ley de Dios, el poder del pecado y la desesperación del hombre sin Cristo. Pero también nos señala la solución: Jesucristo, quien nos libra de esta batalla interna.

Punto 1: La Ley revela el pecado, pero no lo elimina

Versículo clave: «¿Qué diremos, pues? ¿La ley es pecado? En ninguna manera. Pero yo no conocí el pecado sino por la ley; porque tampoco conociera la codicia, si la ley no dijera: No codiciarás.» (Romanos 7:7)

Versículo relacionado: «La ley de Jehová es perfecta, que convierte el alma.» (Salmo 19:7)

Explicación: La Ley de Dios no es mala, sino que nos muestra lo que es pecado. Es como un espejo: nos deja ver nuestra suciedad, pero no puede limpiarnos. Pablo usa el ejemplo del mandamiento «No codiciarás», explicando que sin la Ley, no nos daríamos cuenta de cuánto pecado hay en nuestro corazón.

Hoy en día, esto se ve cuando alguien dice: «Yo soy una buena persona». Pero cuando comparan su vida con la Biblia, se dan cuenta de que han mentido, deseado lo ajeno o tenido malos pensamientos. La Ley saca a la luz la verdad.

Aplicación práctica: Deja que la Palabra de Dios examine tu corazón. Reconoce tu pecado, pero no te quedes ahí; busca la gracia de Dios en Cristo.

Punto 2: El pecado usa la Ley para engañarnos y esclavizarnos

Versículo clave: «Y hallé que el mismo mandamiento que era para vida, a mí me resultó para muerte.» (Romanos 7:10)

Versículo relacionado: «El aguijón de la muerte es el pecado, y el poder del pecado, la ley.» (1 Corintios 15:56)

Explicación: El problema no es la Ley, sino el pecado dentro de nosotros. El pecado toma la Ley y la usa en nuestra contra. Por ejemplo, cuando nos dicen «No hagas esto», de inmediato sentimos el deseo de hacerlo.

Es lo mismo que pasa con los niños: si les dices que no toquen algo, su deseo de tocarlo aumenta. Así funciona el pecado en nosotros: lo prohibido nos atrae, mostrando nuestra naturaleza rebelde.

Aplicación práctica: No ignores la realidad del pecado en tu vida. Pide a Dios que transforme tu corazón para desear lo que es bueno.

Punto 3: En nuestro interior hay una lucha constante

Versículo clave: «Porque lo que hago, no lo entiendo; pues no hago lo que quiero, sino lo que aborrezco, eso hago.» (Romanos 7:15)

Versículo relacionado: «Velad y orad, para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero la carne es débil.» (Mateo 26:41)

Explicación: Pablo describe el conflicto interno de todo creyente: queremos obedecer a Dios, pero nuestra carne nos arrastra hacia el pecado. Hay momentos en los que tomamos decisiones equivocadas, aunque sabemos lo que es correcto.

Este conflicto se ve en la vida diaria: alguien que quiere dejar un mal hábito, pero vuelve a caer. Un cristiano que quiere orar más, pero se distrae con otras cosas. La lucha es real, y Pablo la vivió también.

Aplicación práctica: No te desanimes si fallas; recuerda que la lucha contra el pecado es parte del crecimiento espiritual.

Punto 4: Nuestra carne es esclava del pecado

Versículo clave: «De manera que ya no soy yo quien hace aquello, sino el pecado que mora en mí.» (Romanos 7:17)

Versículo relacionado: «Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres.» (Juan 8:36)

Explicación: Pablo nos muestra que el pecado no es solo lo que hacemos, sino algo que habita en nosotros. Aunque queramos hacer el bien, nuestra carne es débil.

Esto explica por qué la autodisciplina por sí sola no es suficiente. Muchas personas intentan cambiar con fuerza de voluntad, pero sin Cristo, siempre volveremos a caer.

Aplicación práctica: No trates de vencer el pecado solo con tus fuerzas. Acude a Cristo cada día en oración y dependencia.

Punto 5: La única solución está en Jesucristo

Versículo clave: «¡Miserable de mí! ¿Quién me librará de este cuerpo de muerte? Gracias doy a Dios, por Jesucristo Señor nuestro.» (Romanos 7:24-25)

Versículo relacionado: «Si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí todas son hechas nuevas.» (2 Corintios 5:17)

Explicación: Pablo reconoce su incapacidad para vencer el pecado por sí mismo. Su única esperanza es Jesús.

Así como un enfermo necesita un médico, nosotros necesitamos a Cristo para liberarnos de la esclavitud del pecado. Él venció el pecado en la cruz y nos da una nueva vida.

Aplicación práctica: Rinde cada área de tu vida a Jesús. Solo en Él puedes encontrar verdadera libertad.

Conclusión

Romanos 7:7-25 nos enseña que la Ley revela el pecado, pero no puede salvarnos. Todos enfrentamos una lucha interna con el pecado, y nuestra carne nos traiciona una y otra vez. Sin embargo, Cristo es nuestra única esperanza.

No podemos vencer el pecado con esfuerzo humano, pero en Cristo tenemos victoria.

Si alguna vez te has sentido frustrado por fallar una y otra vez, no estás solo. Pablo experimentó esa misma lucha. La buena noticia es que no tenemos que enfrentarla solos. Jesús ya ha vencido por nosotros.

No te resignes a vivir en derrota. Rinde cada área de tu vida a Cristo y camina en su gracia. La lucha contra el pecado es real, pero Dios te ha dado su Espíritu para fortalecerte cada día.

Oración sugerida: “Señor, reconozco mi lucha contra el pecado y mi incapacidad de vencerlo por mí mismo. Gracias porque en Cristo tengo esperanza y libertad. Ayúdame a depender de Ti y a caminar en tu gracia. En el nombre de Jesús, amén.”


Preguntas para Reflexión :

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