Éxodo 21:26-36 Estudio por Pastor Daniel Praniuk
Introducción
Dios no solo se interesa por las grandes batallas del pueblo, también se preocupa profundamente por los detalles de la vida cotidiana. En Éxodo 21:26-36, se establece una serie de normas civiles que protegen la dignidad de las personas, incluso de los siervos, y promueven una cultura de responsabilidad. Este pasaje nos muestra que en el Reino de Dios no hay lugar para el abuso, la negligencia ni la indiferencia hacia el daño causado a otro ser humano. Cada acción tiene consecuencias, y cada persona, sin importar su estatus, tiene valor y derechos.
Punto 1: La dignidad humana está por encima de cualquier condición social
Versículo clave: «Y cuando alguno hiriere a su siervo o a su sierva en el ojo y lo dañare, le dará libertad por razón de su ojo.» (Éxodo 21:26)
Versículo relacionado: «Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre… porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.» (Gálatas 3:28)
Explicación: Dios ordenó que si un amo causaba daño físico permanente a un siervo, debía dejarlo en libertad. Esto no era común en otras culturas antiguas. Aquí Dios revela que nadie, ni siquiera un sirviente, puede ser tratado como propiedad sin derechos.
Aplicación práctica: En nuestros días, esta enseñanza nos impulsa a tratar a cada persona con respeto, sin importar su posición laboral, económica o social. Nos recuerda que nadie debe ser explotado y que cualquier tipo de abuso debe ser corregido con justicia y reparación.
Punto 2: El valor del ser humano no se mide por su función
Versículo clave: «Y si hiriere el diente de su siervo o de su sierva, por su diente le dejará ir libre.» (Éxodo 21:27)
Versículo relacionado: «El obrero es digno de su salario.» (Lucas 10:7)
Explicación: Incluso la pérdida de un diente era motivo para conceder libertad. Esto nos habla de un Dios que cuida hasta los pequeños detalles del bienestar humano. No importa lo “insignificante” del daño; si afecta la dignidad, hay que actuar.
Aplicación práctica: A veces minimizamos los abusos verbales, los maltratos emocionales o “pequeños” abusos laborales. Este versículo nos llama a tomar en serio cada forma de daño y a ser agentes de sanidad, restauración y justicia en nuestros contextos.
Punto 3: Debemos ser responsables por lo que tenemos y controlamos
Versículo clave: «Si un buey acorneare a hombre o mujer, y a causa de ello muriere, el buey será apedreado...» (Éxodo 21:28)
Versículo relacionado: «Cada uno llevará su propia carga.» (Gálatas 6:5)
Explicación: En esta ley, el dueño del animal debía asumir responsabilidad, incluso si el acto fue inesperado. Esto promueve la cultura de ser cuidadosos con lo que poseemos y prevenidos ante posibles daños.
Aplicación práctica: Dios nos llama a no ser negligentes. Ya sea con nuestros bienes, nuestras palabras o nuestras acciones, debemos pensar en cómo afectan a otros. Es un llamado a la madurez, a prever y cuidar lo que está bajo nuestra autoridad.
Punto 4: Dios distingue entre accidente y negligencia consciente
Versículo clave: «Mas si el buey era acorneador desde tiempo atrás, y su dueño lo sabía… el dueño del buey morirá.» (Éxodo 21:29)
Versículo relacionado: «Y al siervo que conociendo la voluntad de su señor… no hizo conforme a su voluntad, recibirá muchos azotes.» (Lucas 12:47)
Explicación: Cuando se sabía que un animal era peligroso y no se actuaba para prevenir el daño, la responsabilidad recaía con todo peso sobre su dueño. Esto distingue la culpa por ignorancia de la culpa por descuido.
Aplicación práctica: En nuestra vida, hay cosas que sabemos que pueden dañar a otros —hábitos, palabras, comportamientos— y si no hacemos nada al respecto, nos hacemos responsables. Este texto nos exhorta a no excusarnos cuando sabíamos que algo podía salir mal.
Punto 5: La justicia busca reparar, no solo castigar
Versículo clave: «Si alguno abriere un pozo… y cayere allí buey o asno, el dueño del pozo pagará el daño.» (Éxodo 21:33-34)
Versículo relacionado: «No debáis a nadie nada, sino el amaros unos a otros.» (Romanos 13:8)
Explicación: En estos casos, se requería una compensación justa al dueño del animal dañado. El enfoque no era solo castigar la irresponsabilidad, sino restaurar lo perdido. El principio era claro: si causaste daño, debes reparar el daño.
Aplicación práctica: Vivimos en un tiempo donde a menudo se evade la responsabilidad. Pero como hijos de Dios, debemos ser íntegros: si cometemos un error, debemos buscar reparar lo que rompimos, pedir perdón y restaurar la relación o situación afectada.
Conclusión
Éxodo 21:26-36 nos enseña que la justicia de Dios no es una idea abstracta. Es concreta, práctica y profundamente humana. Nos llama a tratar con dignidad a todos, a asumir la responsabilidad de nuestras acciones y a ser personas que reparan, restauran y protegen. Dios espera que seamos guardianes de la vida y la dignidad de los demás en todos nuestros contextos.
Querido lector, tú puedes ser un reflejo de la justicia y el amor de Dios en este mundo. No necesitas un cargo público ni un púlpito para transformar vidas: basta con tu decisión diaria de actuar con integridad, de cuidar lo que tienes y de tratar a los demás con respeto. Cada pequeño acto de justicia y compasión suma en el Reino de Dios. ¡No subestimes el poder de hacer lo correcto, incluso cuando nadie te ve!
Hoy es un buen día para examinar si hemos sido negligentes con las personas, nuestras responsabilidades o nuestras palabras. Si hemos fallado, Dios nos llama a reparar. Si hemos sido justos, Él nos alienta a seguir siendo luz. Comprometámonos a ser conscientes del impacto que generamos en los demás, y que nuestra vida sea una extensión visible del carácter justo y restaurador de Dios.
Oración sugerida: “Señor justo y compasivo, gracias por enseñarme a valorar la vida y a asumir la responsabilidad por mis acciones. Ayúdame a vivir con integridad, a cuidar a los demás, y a ser justo en todo lo que hago. Si he fallado, dame la humildad para pedir perdón y reparar. Quiero reflejar tu justicia en mi entorno. En el nombre de Jesús, amén.”
Preguntas para Reflexión :
- 1. ¿Trato con la misma dignidad a todos, sin importar su nivel social?
- 2. ¿He sido responsable con lo que está bajo mi cuidado?
- 3. ¿Qué errores debo reparar con sinceridad y humildad?
- 4. ¿Soy consciente del daño que puedo causar por negligencia?
- 5. ¿Estoy dispuesto a hacer justicia aunque me cueste personalmente?
